Siempre he estado muy ligada a los voluntariados y todos me han aportado de una manera u otra, pero este me cambió por completo…
Empecemos por el principio: yo trabajaba en una de las mayores empresas de España de Telecomunicaciones, como buena ingeniera de profesión me intentaba hacer un hueco en ese mundo, el mundo telco. Pero mi parte humana necesitaba salir de una u otra manera y esa parte la intentaba cubrir acercándome a la naturaleza con mis viajes montañeros, dando clases particulares por la tarde y sobre todo con voluntariados.
Empecé como voluntaria hace muchos años ayudando en la iglesia de mi barrio. Poco a poco fui uniendo esa satisfacción y crecimiento personal que me producía hacerlo a mi gusto por la gestión de eventos. Fue así como en 2018 cuando llevaba únicamente un año en la empresa en la que estaba descubrí que todos los años se celebraba en mi área lo que llamaban “reto solidario”. Este reto cada año tenía un objetivo y una misión pero la finalidad siempre era la misma, recaudar fondos de una manera u otra para poder ayudar a entidades locales más necesitadas.
Podía haber empezado de una manera más normal, ayudando en los mercadillos, en la parte de comunicaciones, pero no, no me puedo estar quieta! y me apunté al reto para liderar una de las partes más bonitas que tenía ese año: que era conseguir hacer entre todo el equipo de mi dirección el Camino de Santiago, realizando la última etapa con los chicos de la fundación Bobath! Fue un reto que me cambió la vida, me dio una nueva familia, conocí a gente increíble, me superé a mi misma, conseguimos cosas muy importantes para la fundación y no podía estar más contenta…
La persona que ese año lideraba el reto es una persona a la que admiro muchísimo y claramente no me podía ver a su nivel, su confianza, su don de gentes, su desparpajo, su background como líder, su corazón… así que no os podéis imaginar la cara de sorprendida que se me quedó cuando ella misma me ofreció liderar el reto del año siguiente.
Eso claramente era un reto a otro nivel. No solo tenía que combinarlo con mi trabajo, el cuál no me requería de pocas horas precisamente, tendría que coordinar distintos grupos de trabajos, pensad en un objetivo de reto para ese año, conseguir involucrar a mucha gente, gestionar expectativas con la fundación, descubrir dónde podíamos ayudar más a la fundación Bobath, vender el proyecto a mis directores… Había miles de cosas que no sabía ni por dónde empezar.
Cada momento de frustración o duda, cada hora extra por la noche preparando eventos, cada pensamiento de “no puedes”, cada lágrima derramada… se vieron totalmente reemplazadas por las sonrisas de aquellos niños cuando conseguimos el Reto a final de año. Fue mágico, ver cómo hemos impactado en sus vidas, cómo les pudimos aportar un futuro mejor.. Sin duda eso lo compensa todo, y lo viviría una y mil veces más…
Pero volviendo al tema del Post de hoy… ese año, ese año 2019 dónde mi objetivo era cumplir el reto, la fundación me dio una increíble noticia extra, estaba seleccionada para poder usar mis vacaciones como vacaciones solidarias y allí estaba ese correo: enhorabuena Laura, tus vacaciones solidarias en Argentina te esperan.
Seleccionada? Me voy? En serio entre tanta gente me habéis elegido a mi? Argentina dices? Y qué hay en Argentina? No sé qué cantidad de pensamientos tuve en la cabeza cuando recibí ese correo pero lo que sí sé es cómo me cambió ese viaje…
Si soy sincera y hubiera tenido que elegir país seguramente no hubiera elegido Argentina, me hubiera gustado ir a un país “con más necesidad” pero a día de hoy, creo que fue lo mejor que me pudo pasar!
Las vacaciones solidarias consistían en ir con un grupo de personas como yo al destino seleccionado durante nuestras vacaciones para ayudar en ciertos temas. Éramos personas de diferentes edades y nacionalidades y no nos conocíamos de nada… y para colmo no sabíamos que teníamos que hacer!
Preparamos maletas, nos metimos en el avión los 3 españoles seleccionados y nos encontramos en Buenos Aires (pleno invierno de allí) con el resto de voluntarios que venían de diferentes países.
Ese primer acercamiento al país ya me enganchó, a su gente de verdad, a los barrios no tan turísticos, a las historias también mas duras de un país que ha pasado por muchos momentos difíciles y que se pueden ver aún reflejados en tantos jóvenes y familias.
Seguramente mi perspectiva del país hubiese sido diferente si hubiera ido como una turista más a visitar Iguazú, Buenos Aires, comer bien y vivir ajena a la realidad.
Pero no me arrepiento, fue muy duro, nunca olvidaré como nos miraban los más pequeños del colegio pidiéndonos nuestra manzana de postre, no olvidaré las historias que nos contaban los chicos en el centro de drogodependencia de cómo habían llegado allí y todo lo que habían tenido que sufrir.. No olvidaré cada uno de esos momentos y también cómo conseguimos hacerles la vida un poquito mejor. Cada sonrisa, abrazo que pudimos aportar mereció la pena. Pintarles el cole, hacer cursos, enseñarles a diseñar un CV son temas que podían haber aprendido sin nosotros, pero escucharles, hacerles saber que su historia, que ellos sin importantes creo que fue lo más mágico que pudimos aportar.
No olvidaré nunca a mis compañeros voluntarios los cuales pasaron a ser FAMILIA, tantos momentos juntos… vivimos momentos muy duros pero también llenaron de momentos preciosos mi corazoncito.. GRACIAS! Sin ellos no hubiera sido lo mismo…
Siempre he dicho que este tipo de voluntariado son hasta “egoístas” ya que te cambian a ti mas la vida que lo que seguramente se la cambies a ellos…
Me hubiera encantado quedarme más, me hubiera gustado seguir ayudando pero todo tiene un fin. Tras dos semanas el voluntariado se acabó pero una compañera y yo decidimos explotar el país durante una semana más donde recorrimos el norte de Argentina.
No voy a hablaros de países ni sitios increíbles que visitamos porque ya os hablaré de ellos en otro momento, lo que quería contaros es este primer contacto con un país que tiene alma, que merece la pena ser visitado, un país que me sigue dando tanto…
Esta no fue ni la primera ni la última vez que visitaría Argentina pero fue la que me abrió el corazoncito a ese maravilloso país.
Ser parte de un voluntariado te cambia la vida , te hace mejor persona, aprendemos a valorar lo que nos rodea , familia, amigos, etc. Compartir contigo una experiencia maravillosa en un bello país como Argentina fue maravilloso, eres un ser de luz , seguimos en nuestro reto haciendo parte de las actividades del voluntario una experiencia única y gratificante, lindo mensaje de tu vida mi Laura un abrazo grande espero encontrarnos muy pronto, éxitos cuidate mucho …te quiero mucho
Hola, mi nombre es Christian y soy de Ecuador. Me encantó mucho leer esto, y coincido plenamente con lo descrito por Laura, ya que igual que ella tuve la oportunidad de haber sido parte del equipo de voluntarios que estuvo en el 2019 en Argentina, siendo parte de las actividades de voluntariado con grupos vulnerables.
Realmente una hermosa experiencia de vida que jamás olvidaré, por ser muy gratificante y por haberla vivido con voluntarios de diferentes países a quienes los considero mi familia.
Argentina es un país hermoso con muchos lugares que conocer, su gastronomía, su cultura, la calidez y la amabilidad de su gente hacen que definitivamente sea un lugar para regresar.
Eres un ser de amor. Fue una bendición conocerte. Un gran abrazo desde la distancia.